Cualquier tiempo pasado ¿fue mejor?
"Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor..”
Recordando los versos de Jorge Manrique se acerca a mi memoria estos días, la serie de RTVE “Verano Azul”. La muerte de su director Antonio Mercero ha sido la espita que ha hecho explotar en mi memoria, la historia de aquella pandilla de amigos y amigas que nos emocionaron a todos, allá por el año 1981. Y se preguntaran ¿qué tiene que ver “Verano Azul con los versos de Jorge Manrique? Pues nada y todo.
No seré yo quien haga mía la frase de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. El mejor tiempo es el que vivimos en cada momento, porque es, en él que estamos vivos. Del futuro nada se sabe y el pasado es inmodificable, pero lo cierto y verdad, es que siempre, de alguna manera se añoran cosas, hechos, momentos del pretérito, en los que uno se siente de alguna manera reconfortado.
El mejor tiempo es el que vivimos en cada momento, porque es, en él que estamos vivos
“Verano Azul” puso en pantalla una época en la que aún los chavales jugaban en la calle, se reunían en sus sitios de siempre, corrían sus aventuras y desventuras con sus encuentros y desencuentros. En sus experiencias vitales compartían sus emociones, manejando la realidad que vivían en su entorno, familia, profes, vecinos, amigos, amores etc., en un mundo real, donde las habilidades para la vida se sustanciaban en el encuentro directo con los demás.
No he podido dejar de sentir cierta añoranza y llegar a pensar que tal vez, aquel fue un tiempo mejor. Y esta reflexión viene al hilo del problema que supone hoy en día el manejo de las Tics (tecnólogas de información y comunicación) especialmente en los menores. Familiarizada desde hace años con estas tecnologías, reconozco el enorme avance que suponen para la comunicación a nivel global, y que el mundo nunca volverá a ser igual. Las ventajas son enormes y hoy ya no podríamos vivir sin las facilidades que representan a todos los niveles.
Pero como todo en la vida, siempre existe la otra cara de la moneda, esa que vuelve mis pensamientos a la célebre frase del poema de Jorge Manrique. Las redes sociales, los juegos on line y todo aquello que nos relaciona con los demás a través de un contexto digital y que permite la creación de identidades manipuladas, nos aleja de la verdadera comunicación humana y nos aísla del mundo real para adentrarnos en una realidad virtual, con todos los peligros acechantes al otro lado del dispositivo.
Familiarizada desde hace años con estas tecnologías, reconozco el enorme avance que suponen para la comunicación a nivel global, y que el mundo nunca volverá a ser igual.
Términos como el ciberbullying, el ciberacoso, contenidos ilegales, sexting, usurpación y /o robo de identidades, ciberdifamación, geolocaclización, grooming, phishing, contenidos violentos, fraudes comerciales, contenidos incorrectos o sesgados etc... Hacen saltar las alarmas de los riesgos reales que suponen el uso y abuso de todas estas tecnologías. El peligro es una realidad para adultos y lo es mucho más para menores que en muchos casos, dedican la mayor parte de las horas del día a lo que se viene a denominar, “estar conectados”.
Estar enganchados, diría yo. Alejados de la vida real y relacionándose con los demás a través de un dispositivo.
Acuden a mí las notas de aquella canción que anunciaba el final del verano y las lágrimas que derramé cuando todos los chavales se tenían que despedir hasta el año que viene o más bien, hasta siempre... Aquella serie forma parte de la memoria colectiva de muchos de nosotros, de los que acumulamos mucha experiencia a nuestras espaldas y de los que vivimos, como Javi, Bea, Pancho, Piraña, Desi, Tito y Quique una época inolvidable, hecha de palabras, canciones, guitarra y radio casete, de correrías, bicicleta o patinete, de trompicones, balón, canicas, trompo, guateques, primeros besos, peleas y reconciliaciones. Y lo más reconfortante, “en directo”…por eso, aquellos recuerdos son inolvidables y se añoran frente al aislamiento y el desenfoque que en cierta manera conlleva la nueva realidad virtual.
A mi parecer no hay mejor tiempo que aquel, en que uno está vivo, ya lo he expresado anteriormente, por eso mejor es que “avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando”…Y educar a nuestros jóvenes en el uso responsables de las nuevas tecnologías así mismo como en fortalecer las relaciones interpersonales, y enseñar habilidades para la vida de verdad, la que se toca, la que se huele, la que se siente…
Elena Bonet Mancheño.
Vicesecretaria de Formación y Acción Electoral PP Elche