viernes, 19 de abril de 2024 03:28h.

Las discotecas de antes

¿Qué hacías tú en los 80?

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La Sabata, un local clásico de baile en los años 80 en Elche

El otro día, en agradable conversación con un grupo de amigos, con quien degusto algunos ratos rubias matutinas, estuvimos hablando de las discotecas que recorrían las arterías, calles y plazas de la "city" en los 80. Aquellos locos y vibrantes tiempos cuando el trabajo no escaseaba en las fábricas, talleres y casas y los chavales se largaban del colegio a los 14 años o antes para ganar sus primeros billetes y agenciarse rápido su primera moto, coche y chico/a. 

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Aquellos años cuando se vivía feliz y deprisa con la buenísima música pop española que escuchaba en algunos garitos de la resistencia como "Subway" (ya desaparecido, como las discos) y me trae recuerdos dulciamargos. La música de Boney M, U2 y la Fiebre del Sábado Noche y los tupés de John Travolta y las caderas de Olivia Newton John. 

Mis amigos hablaban y hablaban de sus historias y correrías nocturnas en esas discos que se localizaban muchas de ellas en sótanos. De la Iris, que estaba cerca de la UGT, de la Kentucky, muy cerca de la cafetería Persia, de la Pop Star. Comentaban sus peripecias entre rubia que va y viene y yo les escuchaba extrañado, atónito, preguntándome qué había hecho muá esos calendarios y no haber pisado casi ninguna con estos zapatos de pecador al borde de la desesperanza.

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Referían sus aventuras en La Sabata (donde colgaba el cartel como signo de permanencia a pesar de los vientos), la Genius en Carrús que luego ocupó el cine Gayarre (también extinto).

Extremera, Mejías, Manolo, Garri, Jose, Alfonso, se reían y narraban sus vivencias en La Gruta (donde el derrumbado ídolo cinematográfico caído del cine Paz), la Dallas (al lado del People y cerca de Tente donde uno vivió algunas hermosas noches), la Venus (que luego ocupó el pub Claqué en Puerta de Alicante), la Mirror en la Avenida de la Libertad, la Dublín en el Camino de Los Magros, Don Jaime (en el hotel del mismo nombre), la Music Hall Altamira (uno conoció el cine, la disco no), El Aljibe en el Huerto del Cura (que conocí pero tiempo después), la Botticelli (detrás de las Jesuitinas) de la que guardo el recuerdo impreciso de una gresca monumental en una Nochevieja de marcha, deseos incumplidos y borracheras consiguientes.

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Me cuentan que las más conflictivas eran la Mirror (Avenida), la Kentucky y La Gruta, con movidas noche sí y noche también cuando el alcohol afloraba del estómago a los labios y de la música se pasaba a los puños. Las bandas que asolaban los barrios estaban en trance de extinción, pero sus reminiscencias perduraban. En las discos se pasaba del pop, a la música discotequera y bailable de aquellos dichosos años (ya han pasado más de dos décadas desde entonces, pardiez, y nosotros los de entonces, ya no somos aquellos), la rumba y el flamenco. Las parejas se prometían amor eterno y hoy cada uno sigue su rumbo tras los soles del desamor con nuevas parejas que vinieron y se fueron y hoy pueblan los pubs de la "city" legiones de separados y divorciados a la búsqueda (o no) de una nueva historia que acalle el oleaje de sus corazones en penumbra. 

disco3Me hablaban de la LP (al lado del también difunto Palacio del Cine, hoy Mercadona). Al ritmo que caían las discotecas, entonaban su canto de defunción los cines del interior de la "city" antes de emigrar a la periferia. La LP en el Filet de Fora. Y yo me preguntaba qué estaba haciendo durante esos años enérgicos y felices cuando el hoy y el mañana prometían tantas posibilidades. Y me he visto 30 años atrás como un joven reservado, a quien le gustaba estudiar, sin un duro en el bolsillo, que no conoció las mieles y sales del amor hasta tarde, en el instituto Pedro Ibarra en jornadas de doble turno. Disfrutando de las clases, los profesores, los amigos que soñé eternos. Reviviendo la Historia, la Literatura, las Matemáticas, la Filosofía, los exámenes... pero que apenas salía los fines de semana cuando mis iguales atacaban los findes como fronteras abiertas a los sueños y los deseos con sus primeras motos, sus primeros coches y sus primeras chicas mientras uno se quedaba en casa leyendo, estudiando cosas que me apasionaban y hoy apenas recuerdo.

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 A mitad de los 80, en el 85, acabé COU, hice la selectividad y decidí marchar a Madrid, capital del Imperio, para seguir mis estudios universitarios. Cinco años cursé destierro de la city, mientras mis amigos seguían sus historias, sus incursiones por las discotecas en noches de amor, alcohol, sexo y soledad. Uno, hasta el primer año de los 90, continuó su historia universitaria en una ciudad que sentía que se tragaba a las personas y todavía no sentía el abismo de los calendarios actuales, entre clases, estudios y pocas salidas. La pasta estaba milimetrada y sabía que repetir un curso supondría no volver a ver más la cara de La Cibeles en febrero. Y me perdí el vértigo de La Gruta, Venus, Dallas, Superstar, Don Jaime, Music-Hall Altamira, LP, Iris, Kentucky, Pop-Star, Don Palmera, Estefany, Sabata, Aljibe, Genius, Mirror, Dublín, Equilibrio, Botticelli y no sé si alguna más que se haya quedado en los filos del olvido.

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De aquellos 80 recuerdo pocos besos y muchas páginas de estudio, pocas o casi ninguna pelea, muchos exámenes uno tras otro de tantas cosas que hoy he olvidado, alguna que otra derrota sentimental y amigos que la mayoría he perdido en los meandros de este río que ya no sé adónde va. Algunas noches de alcohol y poco parné en los bolsillos.

Y me perdí el vértigo de La Gruta, Venus, Dallas, Superstar, Don Jaime, Music-Hall Altamira, LP, Iris, Kentucky, Pop-Star, Don Palmera, Estefany, Sabata, Aljibe, Genius, Mirror, Dublín, Equilibrio, Botticelli y no sé si alguna más que se haya quedado en los filos del olvido.

Para llegar a este tiempo incierto que desconozco dónde pretende llevarnos mientras mis buenos amigos me hablan de historias, amores, peleas y sueños que vivieron en discotecas y cines que el correr de los días y las noches se han llevado por el desagüe hacia el álbum de los recuerdos y las músicas vividas e imaginadas.

Francisco Gómez
Artículo incluido en el libro “La city-3”, editado por el Grupo Antón Comunicación en colaboración con Frutos del Tiempo